Tarde a solas – Norah Lange

Voy a solas desde un recuerdo a otro/abriendo las ventanas /para que tu nombre pueble/la mísera quietud de esta tarde a solas.

La identidad por oposición

Posted: marzo 26th, 2020 | Author: | Filed under: General | Comentarios desactivados en La identidad por oposición

En su texto “El cuerpo como frontera”, Diana Maffia utiliza este concepto de manera simbólica y cultural para analizar la forma en que construimos lo propio y lo ajeno con respecto a nuestros cuerpos sexuados en las sociedades modernas.

La autora plantea una distinción entre dos concepciones diferentes de la frontera: la frontera como separación donde la diferencia es una amenaza o la frontera como lugar de encuentro, intercambio y negociación. Las fronteras geográficas poseen la cualidad de poseer una línea física que las construye espacialmente, sea esta arbitraria (establecida por personas) o natural (xej. La cordillera de los Andes). Pero las fronteras simbólicas, es decir, las interpretaciones culturales que hacemos de lo propio y lo ajeno, son formas de dar sentido a nuestra experiencia de mi yo y del otro.

Los cuerpos están construidos entonces por “zonas de clivaje”1 que estructuran las identidades: clase, raza, etnia, religión, etc. Pero estás categorías no determinan las identidades, si no que funcionan como condiciones materiales a partir de las cuales se configuran universos de sentido, los cuáles finalmente delinearán los territorios simbólicos del yo, del nosotros (con quienes se comparten categorías) y del otro.

Partiendo de esta conceptualización diríamos entonces que nuestras comunidades de pertenencia se explican y configuran a través de la expulsión de lo diferente. Pero ¿son estas condiciones materiales no-determinantes suficientes para configurar un yo interconectado a un nosotros? ¿Y qué pasa con aquellos aspectos culturales fuertemente cristalizados en nuestra sociedad? Esta acción performatica de nombrar se basa en la relevancia que demos a estas condiciones materiales, pero quizás la relevancia que damos a algunos de ellos está sesgada por esta cristalización. El hecho de que estas categorías tomen su fuerza de nuestra valorización nos abre una posibilidad: decidir u construir cuánto valor les damos.

Si nos encontramos en una sociedad donde el Yo y el Nosotros comparten cierto espacio simbólico pero excluyen al Otro, es porque hay una producción de sentido dominante, donde ciertas categorías son más cercanas entre si, y donde generalmente se construye al Otro como ajeno e inferior. El problema es, cuando al intentar integrar el otro a nuestro universo, lo hacemos a través de un borramiento de su identidad, donde estas condiciones materiales que construyen identidad (y esto es, también, una identificación positiva, una forma de construir lazos de resistencia, de nombrarse cómo forma de ser-en-el-mundo) son dejadas de lado ante el discurso de la “igualdad”.

Imaginemos estos tres escenarios: en el escenario A construímos un ajeno externo a nosotros, con el cuál no compartimos ninguna categoría simbólica. En el caso B, incluimos a ese universo ajeno de manera que el mundo se presenta como una dualidad donde existe el Yo en tanto que individuo y a su vez, un nosotros más grande y universal que engloba al resto. En el tercer caso, C, directamente hacemos un borramiento de todas las “diferencias” y planteamos que la sociedad es una categoría única que integra a todos los seres.

Aunque a primera vista pareciera que tanto B como C son formas inclusivas de acercarse a otros grupos y de eliminar las distancias entre diferentes universos, ambos casos presentan la negación de una identidad individual y diferenciada, manteniendo la propia en el primer ejemplo y borrandola en el segundo.

Pero en una sociedad individualista y centrada en el Yo, podríamos suponer esto no es un problema, si no una forma radical de deshacernos de toda forma de separación para integrarnos en una homogeneidad.

Una crítica a esta idea puede leerse en el texto “Contra la teoría Queer desde una perspectiva indígena” de Nxu zänä, dónde en este borramiento de la identidad

sólo se pretende reivindicar derechos individuales no colectivos y es aquí donde nuevamente afirmo que esta postura es un fiel reflejo del neoliberalismo y su antecedente el liberalismo en la búsqueda y enaltecimiento del individuo por encima de las colectividades, asimismo conduce a la fragmentación y el rompimiento de las resistencias y movimientos pues las identidades implican el reconocimiento de las comunidades.

Continuando con el planteamiento de Nxu, quizás lo que hay que ver en esta construcción de un nosotros universal es que no va en contra de un “individualismo” si no, al contrario, construye miles de categorías y universos individuales cuya categoría común es simplemente el ser-individuos.

A causa de su positividad, el violento poder de lo igual resulta invisible”2

Cuando el filósofo Byung-Chul Han plantea que “la expulsión de lo distinto pone en marcha un proceso destructivo totalmente diferente: la autodestrucción” y que “un sistema que rechaza la negatividad de lo distinto desarrolla rasgos auto-destructivos” lo que crítica es este mismo proceso a través del cual las características individuales son desaparecidas, es decir, se ejecuta la auto-destrucción del individuo en pos de su versión igual-a, donde el Otro no existe.

¿Cómo es que se construye esta sociedad sin Otro? Imaginamos que el proceso psicológico a través del cuál se llega a esta instancia se basa en la presunción de que aquello que es negativo debe ser necesariamente eliminado. Esta es una característica intrínseca del Capitalismo y la sociedad actual, bajo la cuál, la cristalización de ciertos parámetros se establece cómo frontera excluyente. Imaginemos la idea de belleza y su construcción hegemónica. En este caso, la categoría de belleza occidental rechazaría ciertos rasgos negativos, por ejemplo la gordura o las narices prominentes. La solución clásica3 sería hacer dieta o recurrir a la cirugía plástica para eliminar esta característica negativa.

Esta negación de las diferencias es también una forma de auto-destrucción en tanto que auto-destruimos nuestras características particulares en pos de supeditar-nos a un orden superior. Pero aunque estas prácticas siguen en pie, hoy en día su violencia hacia características físicas no hegemónicas se ha generalizado como algo negativo. Y es aquí donde el proceso de igualación entra en juego. Para mantener la idea de belleza como concepto vigente, la misma debe dejar de encarnar viejos ideales y establecer nuevos, donde no hay distinción/diferencia entre estas características físicas.

Y esto se hace a través del igual. Plantear que un cuerpo flaco y uno gordo son lo mismo, sería plantear que existe algo distinto a ellos. Decir que un cuerpo flaco y uno gordo son parte del mismo ideal de belleza significa plantear que hay una no-belleza. Sea la afro-descendencia; los muñones, los granos, no es ahora ni será nunca importante, por que el proceso a través del cuál se construye la belleza cómo concepto en la actualidad, es como forma de pertenencia, como consumo, como categoría para producir y vender. Es decir, toda identidad excluída de la categoría belleza representa una imposibilidad de venta.

Entonces se recurre a lo igual. Todo es igualmente bello. La particularidad de lo igual como concepto es que no se confronta a un distinto. Dos manzanas son “lo mismo”, en oposición a otras frutas, por ejemplo. Pero dos manzanas exactamente iguales (imaginemos, por ejemplo, una foto de una manzana duplicada) no es igual en tanto que distinta a otras frutas, no es eso lo que construye su igualdad (una mismisidad se basa en rasgos compartidos en contraposición a miles de otros rasgos existentes) si no que se construye su igualdad en su duplicación exacta. Dos cosas iguales no poseen intimidad, ni capacidad de acordar, interrelacionar, discutir. Dos cosas iguales son meramente reflejos inmóviles de si mismas. Lo igual es amorfo.

Pero si todos los cuerpos son igualmente bellos ¿Qué sentido tiene la belleza?

La construcción dialéctica y discursiva de la belleza no es realmente su realidad palpable. Las mujeres gorditas de Dove son aún bellas, no tan oscuras, no tan gordas, no tan no-femeninas y definitivamente no tan peludas cómo podrían ser. Pero más que nada son bellas por que se entregan a la belleza, por que usan Dove. Por que se perfuman, se pintan, se decoran y se embellecen. La belleza ya no es algo inherente a ciertos cuerpos, ya que no hay ciertos grupos si no un grupo universal; la belleza es ahora una acción, una decisión, un producto.

The Vampires’ Castle was born the moment when the struggle not to be defined by identitarian categories became the quest to have ‘identities’ recognised by a bourgeois big Other. 4

Es decir que en buscar escapar a las categorías construidas, buscamos que se construyan también identidades donde podamos pertenecer. Lo que Fisher llamó una “lógica de solipsismos” nos lleva a no poder entendernos entre nosotres a menos que pertenezcamos al mismo grupo identitario. Pertenecer no es ya cuestión de nacer en un grupo y habitar su marginalidad, si no de identificarlo y poder repetir un discurso que sea ameno; consciente, copado, fresco, con consciencia de género y clase. Hay que mirar los privilegios -propios-, entonces uno se está excusado, pero también hay que hablar por estos grupos; reafirmarlos, ponerlos en la mira, pues es ese el nuevo mercado. Su vulnerabilidad y sufrimiento ofrece un gran abanico de posibilidades mercantiles de consumo. “Lencería feminista” / “Porno Queer” / “Alimentos fair-trade5”.

En esta identidad por oposición, construímos discursos sobre las vidas de otres que merecen un respeto, un cuidado, que han experimentado cosas peores, que han sufrido más que todes, y aunque nosotros no pertenezcamos a este grupo, hablamos por elles pues entendemos su causa, y eso ya nos convierte en personas capacitadas para nombrarlos. Es decir, colaboramos con su causa. Pero esta solidaridad no elimina las categorías individualistas que día a día reforzamos, no cuestiona el por qué los productos que compramos provienen en su mayoría de trabajo esclavo6, ni por qué nosotros tenemos una educación, una vivienda, un coche, una tarjeta de débito, un dinero de más para gastar. No cuestiona al capitalismo cómo modelo. Esta “solidaridad” es una forma de separarse de los nuevos excluídos morales, e integrarse en los luchadores de la igualdad. Incluso si mañana vienen por nosotres, ya no estaremos ahí. Somos parte de un todo colectivo más grande, más solidario, menos racista, xenófogo y homofóbico, menos “desclasado”. No poseemos identidad, nuestra identidad es la causa política que elegímos defender verbalmente.

Y no es tan así. Los borramientos identitarios de la igualdad no borran las desigualdades que efectivamente siguen vigentes en el poder, ni borran los privilegios que ya poseemos desde que nacimos. Los borramientos identitarios nos sirven para actuar con superioridad moral, una superioridad que mantiene a la elite en su lugar de poder. Y aunque muchos individuos que se proclaman de izquierda o lo que fuera (lease progre o en-contacto-con-la-naturaleza-porque-hago-yoga) quieran alejarse, en un panorama global, integran la gran elite. Aquella que posee una casa, un auto, una educación o mínimo, un trabajo asalariado por fuera de lo considerado “malo”, es decir: limpieza, construcción, atención al público en restaurantes de comida rápida, servicio a la habitación en hoteles, barrendero público o basurero, call center, prostitución, etc.

La falsedad de la presunción de una unidad superior igualitaria es que sólo a través de esta igualdad como seres-en-el-mundo podemos finalmente empatizar con causas ajenas porque estamos, efectivamente, hablando de nos.

1 Clivajes”, es decir, como líneas que estructuran la organización social de identidades, subjetividades y agencias estableciendo dinámicas de agregación/desagregación (Briones y Siffredi, 1989).

2 Byung-Chul Han, La expulsión de lo distinto, Herder, pg.10

3 Clásica: occidental. Las formas occidentales de dominación ideológica establecieron un parámetro bajo el cuál mirar la realidad. Las formas post-capitalistas, aunque embebidas y sostenidas por estas estructuras, las superan rompiendo con sus postulados para expandirse globalmente hacia el parámetro del todo como consumo

4 “El Castillo del Vampiro” nació en el momento en que la lucha por no ser definides por categorías identitarias se convirtió en la búsqueda por tener «identidades» reconocidas por un gran Otro burgués. Mark Fisher, 24/11/2013, publicado en Opendemocracy.net bajo el título “Exiting the Vampire Castle”.

5 Fair-trade, en inglés, hace referencia al “comercio-justo”. Son productos donde el trabajador recibe un “precio justo” por su trabajo.

6 2 dólares por día es trabajo esclavo. Ser retenido en una plantación sin documentos de identidad es trabajo esclavo. 12 hs sin posibilidad de usar un baño e incapacidad de armar sindícato o hacer denuncias por abuso laboral es trabajo esclavo.


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